Pamplona culmina la recuperación de su perímetro fortificado con la rehabilitación del baluarte de Parma y de su batería baja

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Pamplona culmina la recuperación de su perímetro fortificado con la rehabilitación del baluarte de Parma y de su batería baja
La intervención permite recuperar la continuidad visual del trazado amurallado y muestra el elemento más desconocido para la ciudadanía

El alcalde de Pamplona, Enrique Maya, junto con el resto de miembros de la Comisión de Urbanismo, ha visitado esta mañana el baluarte de Parma y su batería baja. Con el fin de la restauración de este elemento, se ha certificado el final de las actuaciones de recuperación del recinto fortificado de Pamplona que comenzaron hace casi dos décadas. Esta intervención supone que, finalmente, la ciudad ha recuperado la continuidad visual de su perímetro defensivo. Aunque la continuidad física está cortada por la Cuesta de Santo Domingo, desde la terraza superior, la visualización clara del entronque del baluarte con los paseos de ronda que le flanquean, permite apreciar la configuración real de lo que convirtió a Pamplona durante dos siglos en una ‘plaza fuerte’. Lo mismo sucede con su visión desde el parque fluvial, desde el que se aprecia su imponente masa y altura.

Estas obras tienen de presupuesto 904.225 euros de los que el Ministerio de Transportes Movilidad y Agenda Urbana se hace cargo de 646.375 euros (65% del total) a través del programa de ayudas “1,5% Cultural”. Este programa ha sufragado a lo largo de los años una parte importante de intervenciones en las murallas desde que en 2005 el Consistorio encargara la redacción de un Plan de Actuación para la Restauración de las Fortificaciones de Pamplona, que también es el origen de la conversión, en 2011, del fortín avanzado de San Bartolomé en un centro de interpretación.

El recinto amurallado y el Casco Antiguo están calificados como “Conjunto histórico-artístico” desde abril de 1968, y concretamente las murallas, son bien patrimonial del Consistorio con categoría de Bien de Interés Cultural (BIC) según el Plan Municipal. Los arquitectos Marta y Miguel Monreal Vidal se han encargado de la redacción del proyecto y de la dirección de la obra de esta intervención y los trabajos, que comenzaron el pasado septiembre, han sido ejecutados por Construcciones Leache. Esta restauración es parte de los objetivos del Plan estratégico de ciudad (Estrategia 2030) ya que, además de la recuperación y conservación del patrimonio cultural de la ciudad, incidirá en la mejora del paisaje urbano y, más concretamente, del Casco Antiguo y del Parque Fluvial y en el posicionamiento turístico de la ciudad, con el correspondiente resultado en el crecimiento del empleo en el sector.



Cuando una muralla “habla”

La recuperación de este baluarte, además de tener importancia simbólica como elemento de cierre del proceso de intervenciones de restauración y, aparte de su valor intrínseco como estructura del patrimonio fortificado de la ciudad, tiene más vectores de importancia. Por un lado, permite una mejor comprensión de la estructura de la muralla moderna. El hallazgo del arco de ladrillo del último tramo del “puente durmiente” (estructura fija que se eleva sobre el foso y se cimenta sobre el terreno) del Portal de Rochapea; derribado en 1915, permite confirmar su ubicación y su configuración “gemela” al Portal de Francia, así como el funcionamiento de las puertas de la ciudad. El escudo de Carlos V, original de esa puerta, se trasladó en su momento y hoy se puede apreciar en el Portal Nuevo que realizó en 1950 Víctor Eusa.

Por otro lado, la intervención ha permitido el saneamiento de un elemento de intrahistoria que en la vida diaria de los pamploneses de antaño se conocía como ‘el (río de) minetas’, una salida de aguas de la ciudad que los niños del entorno usaban para bañarse. El agua, pluviales y fecales, que fluía a través de esta conducción permanente procedente del barranco de la Mañueta, desaguaba a varios metros de altura sobre la base de la muralla atravesando uno de los lienzos del baluarte. Precisamente, para la construcción de este baluarte fue necesario rellenar los barrancos de Mañueta y Santo Domingo que separaban los burgos medievales de Navarrería y San Cernin.

El cuerpo de guardia que se encuentra cercano a la batería baja (actuales corralillos de Santo Domingo) del baluarte de Parma es el único que subsiste de los seis que llegó a tener la ciudad (uno por cada Portal). El cuerpo de guardia era lo primero que veía el visitante al entrar en Pamplona y el que le mostraba que estaba entrando en una Plaza Fuerte de primer orden. Próximamente el Consistorio acometerá la restauración de este singular elemento con la ayuda de los fondos Next Generation EU.



El baluarte más desconocido

El estado de este elemento hasta la fecha lo convertía en el más desconocido del perímetro fortificado. La restauración ha permitido reconstruir con técnicas modernas, aunque respetuosas con la construcción original, los parapetos, las escarpas, el foso, las ocho cañoneras del baluarte de Parma y las cinco de su batería baja (corralillos de Santo Domingo) junto con sus respectivos merlones, cuyos vestigios se encontraban ocultos bajo una importante cantidad de vegetación. Asimismo, se ha despejado de vegetación la gran base que sustenta el elemento sobre el río Arga.

La visión más clara de la estructura fortificada se obtiene desde una altura un poco superior: desde las garitas de la esquina el Archivo Real y General de Navarra y la que se ubica en el paseo de ronda que domina la cuesta de Santo Domingo. Para la zona anexa a los parapetos del baluarte, la decisión del Consistorio ha sido despejar de vehículos el entorno de los lienzos con el objetivo de posibilitar un nuevo paseo peatonal para uso y disfrute de la ciudadanía. Este espacio libre permite, además, que se aprecie de forma clara el conjunto fortificado de Parma y que se pueda bordear sin obstáculos la parte superior. En su base, la limpieza de las escarpas (zona de lienzos del baluarte que dan al exterior del elemento), ahora permite a los paseantes apreciar la monumentalidad del elemento desde el parque fluvial, uno de los tramos más desconocidos por la ciudadanía.



Conservar y poner en valor lo restaurado

Toda la operación en el baluarte de Parma y su batería baja ha sido precedida de un exhaustivo estudio de planos y bocetos de distintos archivos históricos del Ministerio de Defensa, así como de la ingente documentación fotográfica que obra en el Archivo Municipal de Pamplona. El conjunto fortificado de Pamplona, construido entre los siglos XVI y XVIII, es uno de los recintos abaluartados mejor conservados de toda Europa y su potencia se comparaba con La bastilla (París).

Su ocaso se produjo en el siglo XIX, al devenir en ineficaz por los avances de la artillería y ser factor de insalubridad por al gran crecimiento demográfico, que exigía una ampliación de la trama urbana que se encontraba encorsetada por las murallas. Pamplona celebró como un “Día de júbilo extraordinario” (Diario de Navarra, 25 de julio de 1915) el derribo de una parte de sus murallas que comenzó en 1915 y se extendió hasta 1921.

Con la finalización de este elemento Pamplona recupera en el siglo XXI la integridad de las murallas que subsistieron a ese momento histórico. Lo ha hecho en un proceso continuo de restauración acometido bajo los mismos criterios técnicos de intervención, lo que ha dado coherencia a todas las intervenciones acometidas en los últimos 17 años. La ciudad seguirá ahora con el mantenimiento habitual de todo este patrimonio a través de un contrato que, con ese contenido, ejecuta de forma continua tareas programadas de limpieza y revisión a lo largo del año. Además, las escuelas taller municipales colaboran de forma habitual en este mantenimiento con trabajos de pequeñas reparaciones y reposiciones de piedra.

El Ayuntamiento, además, realiza la puesta en valor de estos elementos desde la programación habitual de actividades culturales y ofertas turísticas en el entorno de las murallas y en el interior del moderno castillo que es la Ciudadela y su anillo verde, de forma que los usos de este patrimonio fortificado se integren en la vida diaria de pamploneses y pamplonesas y se conviertan en parte viva de la ciudad.

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