El acto se instauró por acuerdo municipal en 1600 en agradecimiento por la detención de la epidemia de peste bubónica
La representación municipal en la comitiva estará formada por los corporativos, además de los maceros, clarineros y agentes de la Policía Municipal en traje de gala y sin bandera. Una vez en la iglesia, en su interior, tendrá lugar una procesión en la que se portará la efigie de las Cinco Llagas y en la que participará, además, miembros de la Hermandad de la Pasión y el Cabildo Catedralicio. El apartado musical del acto correrá a cargo de la Capilla de Música de la Catedral con la tradicional interpretación del ‘Miserere romano’, composición anónima del siglo XVII y el ‘Inter vestibulum’ atribuido a Cristóbal Morales en el siglo XVI.
La talla es una imagen policromada que representa el Sagrado Corazón en manos de dos ángeles arrodillados. La imagen tiene talladas las heridas de la Crucifixión (las llagas de las cuatro extremidades y de la corona de espinas que según el Nuevo Testamento le infligieron a Jesucristo). Es una imagen, no demasiado pesada, que suele ser portada en andas por cuatro voluntarios. Una vez culminada la Función en San Agustín, todos los elementos procesionales vuelven a los locales municipales donde se guardan durante el año.
Al término del desfile, que concluirá en la Casa Consistorial, los ediles que lo deseen podrán participar, ya a título personal, en los actos previstos en la Catedral y la iglesia de San Saturnino.
Historia y peculiaridades protocolarias del Voto
El Voto de las Cinco Llagas es uno de los diez que, desde antiguo, que comprometían a la ciudad. Este, concretamente, se instauró por acuerdo municipal el 2 de septiembre del año 1600 como acción de gracias por la erradicación de la peste, que desde el año anterior asolaba la ciudad y diezmaba a su población.
Como recoge el historiador Juan José Martinena de palabras del escribano Martín de Senosiain, Secretario del Ayuntamiento, en el año 1599 un fraile franciscano de Calahorra, tras recibir una comunicación divina, transmitió a su superior – y éste al obispo de la ciudad-, cómo acabar con la epidemia. El remedio, que al parecer funcionó, consistía en que la población portara sobre el pecho descubierto durante 15 días la imagen impresa en papel o pergamino de las Cinco Llagas, además de realizar una procesión en Jueves Santo con las “Sagradas Insignias” en andas. Cuentan las crónicas que en el plazo fijado por el sueño del monje, la peste terminó.
Desde 1600 las Sagradas llagas de Cristo y la Corona de Espinas son el anverso de la medalla de la ciudad (en el reverso está el león de Pamplona) y el Ayuntamiento hizo voto de procesionar una vez al año para conmemorar el milagro. Esta tradición, según el mismo autor, se siguió cumpliendo desde entonces, salvo en periodos como la Francesada de 1809, los años de la Desamortización de Mendizábal o durante la II República.
La Corporación asiste a este acto vestida de etiqueta y es el único momento del año en el que las medallas de los Corporativos cuelgan por su reverso (mostrando en su parte visible el emblema de las Cinco Llagas). Asimismo es la única ocasión en la que se sustituye el Pendón de la Ciudad por una bandera de desfile negra, rematada en dos borlas también negras, en señal de ‘de luto’, una particularidad que sólo se produce en el interior del templo.