Sandra Muñoz y Jaione Gascue aprovecharon un viaje al país centroamericano para llevar material deportivo a Ciudad Darío y conocer la labor de la Fundación
Las hermanas de la orden de Santa Ana son las encargadas de gestionar los recursos económicos y materiales que Fundación Osasuna proporciona a los chavales. Ellas mismas recogieron a las monitoras en la urbe nicaragüense de Granada y, desde allí, las trasladaron a Ciudad Darío. Hicieron noche en el mismo Colegio San Antonio, que es el lugar donde viven las religiosas. “Desde un primer momento, te quedas sorprendida del cariño que te transmiten. Los niños te abrazaban y sus madres te piden fotos”, afirma Sandra Muñoz, que también es directora del ‘Campus de Iniciación’ que la Fundación organiza en verano. Fue el preludio a un día plagado de emociones.
Deporte contra la marginalidad
La jornada comenzó a las 6 horas. Después de desayunar, las monitoras asistieron a un acto de bienvenida, organizado por el conservatorio musical que también financia la Fundación. Los niños y adolescentes interpretaron bailes regionales y leyeron poesías. Después, la jornada prosiguió sobre la arena de un campo de béisbol, que es donde juegan los alumnos de la escuela de fútbol. “Se sienten muy orgullosos de llevar la camiseta de Osasuna. En Nicaragua, el ‘deporte rey’ es el béisbol. Pero en Ciudad Darío ya es el fútbol por culpa de Osasuna. La escuela de la Fundación es el equipo de referencia en todo el departamento de Matagalpa. Pero lo más importante es la labor social que se consigue a través del fútbol. El deporte hace que esos chicos se mantengan alejados de las malas compañías y una vida poco saludable”, explica Muñoz.
En primer lugar, las entrenadoras rojillas jugaron un partido con el equipo femenino. A la tarde, supervisaron las sesiones de las secciones masculinas. “Una vez al mes, los equipos se desplazan a otros distritos de Nicaragua para competir gracias a que Fundación Osasuna también les costea los traslados. Y esto es una motivación muy importante para los alumnos, ya que la escuela de fútbol es el único medio que tienen para conocer otras ciudades”, comenta Muñoz.
La gratitud hacia Osasuna
Las entrenadoras también quisieron comprobar el funcionamiento del comedor social, que diariamente alimenta a 75 niños y jóvenes. Ellas mismas se encargaron de servir los alimentos. “La última adquisición que han realizado con el dinero de la Fundación es una cocina de gas y una mesa muy grande para los chicos. También tienen una cocinera que paga el proyecto y otra que es voluntaria. Y las personas valoran mucho lo que se hace allí. Los niños tienen un punto más de educación y uno menos de prepotencia. La palabra quizá sea humildad. Han desarrollado un gran sentimiento de gratitud y lo demuestran”, asegura Muñoz, que llevó hasta Ciudad Darío una bolsa con material del Club Atlético Osasuna: dos juegos de equipaciones completos, nueve camisetas de entrenamiento del primer equipo de la temporada pasada y otras quince del Promesas.
Tras pasar su segunda noche en la urbe que vio nacer al poeta Rubén Darío, las entrenadoras prosiguieron su ruta por Nicaragua. Antes, quisieron ver en funcionamiento el taller de carpintería; el cuarto proyecto que creo allí Fundación Osasuna tras la escuela de fútbol, el comedor social y el conservatorio musical. “Hay que ver lo qué se hace allí y lo qué significa para todas esas familias. La labor que se realiza es fundamental para el futuro de esos chicos. La gente tiene que saber que cada euro que se pone para el proyecto llega hasta allí y se invierte bien”, concluyó Muñoz. Se trata del mismo mensaje que transmitió Enrique Villarreal, ex solista de Barricada más conocido como ‘El Drogas’, tras visitar el proyecto de la Fundación en 2011. Osasuna despierta múltiples emociones sobre un terreno de juego. No obstante, Osasuna es mucho más. En Nicaragua, su nombre siempre estará asociado al de la solidaridad; al de una marca que, pese a las dificultades, continúa ayudando quienes más lo necesitan.